miércoles, 28 de octubre de 2015

Rayes.

Boca sucia, boca atrevida, bizarra, de lengua suelta, de trago amargo.
Primero palabras, muchas palabras, acompañadas de risas, de miradas, de todas esas cosas que hacen pensar que es un poco más. Mundo flotante. Castillo inservible.
Después, manos, abrazos, manos con manos, caricias tímidas, cariño en la oscuridad.
Y con el tiempo besos, besos en las mejillas, en el cuello, en la oreja, en nuestros sexos. 
Empezamos a explotar nuestra sexualidad hasta agotarnos, hasta no querer más, hasta no poder soportar más estar unidos. 
Tus manos en mi cintura, las mías en tu cuello, en tu nuca. Subiendo, bajando, presionando, jugando.(Jugando, estúpida).
Y fue todo tan tan como si hubiesen sido horas. Como si todo ese tiempo no hubiese sido más que un trailer.
Quizás fuimos tan sólo eso, quizás ya no haya más, quizás no había presupuesto para película. Quizás vos y yo nunca combinamos, o no lo suficiente.
Quizás esté pensando demasiado y mañana te encuentre un reemplazo. Y cuando digo mañana también puede que sea hoy y que tarde años (de vuelta) en darme cuenta. Y cuando digo reemplazo en realidad no quiero uno, quiero alguien que me voltee los esquemas, que me haga olvidar para siempre, que me permita y acompañe a superar, que me de herramientas para ya no querer más de vos, ni de él, más de nadie, hasta podría confesarte que no quiero ni más de mí.
Mejor desaparece y no vengas, no aparezcas más, disolvete en la gente, hacete polvo, dejame con mis mambos y tormentas, con mis obsesiones y pasiones.
Andate vos para siempre, y vení otro vos (pero avisame).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario